El viento que corre através de la ventana, en estos días en los que el calor quiere ser frío. Ese viento que ataca a tu pelo, balanceándolo con suavidad a ratos, con brusquedad después, cual ritmo que se hace más intenso, que quiere ir más allá. La piel que acompaña al miedo que no es miedo, que tersa y tierna va viendo erizar a cada vello que surge de ella. Después,tu mente perdida recobra ese sentido que durante un rato halló escondido.
-Hola.
-Hola, querida.
-¿Cuánto tiempo..?
-¿Qué importa?
-Ya, bueno, tienes razón.
-¿Has estado bien?
-Supongo que sí.
-¿Confusa?
-Como siempre.
-¿Qué es esta actitud de pasotismo conformista? Nunca habías vuelvo tan así.
-No, no quieras engañarte. He vuelvo así, continuamente, desde hace tiempo.
-Puede que sea yo, incapaz de aceptar que ya no te alivie el perderte.
-Sí, decididamente eres tú, pero no quiero que dejes de sonreir, o de ser feliz, como siempre lo has sido, como te recuerdo. No sientas pena por mí, que eso es lo único que no ha de merecerte, valga la redundancia, la pena.
-No puedes pedirme eso. Te he visto crecer, madurar, sentir, llorar, reír, disfrutar, pensar, sufrir, luchar, abandonar, o continuar. Fiel compañera. Soy tú, y no puedes pedirme que te deje cuando no te hundes más porque no queda suelo.
-Exageras.
-No.
-Al menos ahora estamos sonriendo las dos.
-Y cambias de tema...
No hay comentarios:
Publicar un comentario