ET DIXI: NUNC COEPI.

30.4.12

No sé estar tan callada.

No puedes juzgar mi silencio, más no por falta de juicio, sino porque ignoras el origen de cual acusada mudez. No obstante, puede que sea yo, en mi ingenuidad, quien este infravalorando lo certero de tus conjeturas, pues son simples y llanas conjeturas. Todas las florituras de mis palabras pueden ser producto de mi marcado afán de omisión de la causa, y seguirá siendo así, no tengo razón para revelar cualquiera que pudiera ser. De hecho dudo de mi fe en algún argumento lógico, de su remota existencia. Es más, dudo de tu gratuita convicción del absolutismo del dichoso silencio. No hay camino estéril que no llenen mis palabras, ni cárcel plausible que frene su extensión. Podré estar siendo parcial, y podré estar dándoles un trato de claro favor, pero le pediré que lo comprenda, ellas llenan mi vivir inundando el blanco impío de mi cabeza de fervorosos colores.


¡Qué alegría más tonta!



Entre salto a salto, día a día, me gusta pensar, por qué no, que esto, sin medidas, es una triste, tal vez feliz, oda a la alegría.