ET DIXI: NUNC COEPI.

26.8.12

The girl in the red hat.

Hay algo en ti que llena mi vida de emociones fuertes.
Entre excesos y defectos que me encantan, que me enganchan.


"Ya es casi media noche, la vida no puede ser tan cruel para que no nos permita estar juntos... y comer".


25.8.12

Ya está.

Tristeza, capaz de rayar con palabras cada atisbo de pensamiento, capaz de plasmar y trasmitir un profundo desasosiego. Es inercial, ese ideal romántico del sufrimiento, es el más prolífero aquí, hasta que choca, de forma ocasional con la euforia.
Allí las palabras cobran vida, levantan su alma del papel y riegan los oídos de todos aquellos que estén a su alcance. Llenan de risas el aire. Revuelven el mundo con ese nerviosismo, con esa inquietud. Trepan por todo aquel que se abra de par en par, y de repente, rozan la alegría. Saltan por las nubes. Cantan, bailan, sonríen, de una forma en la que nada puede impedir que eso cambie. Un día, se calman, y oyen un silencio distinto, no duele, solo relaja. Se ha encontrado con la felicidad.
Donde las nubes son camas, y los saltos, ligeros, te elevan con invisibles alas. ¿Palabras? Ya no hacen falta. El placer de ese silencio reina en cada lugar. No puedes decir nada que describa lo que te llena, esta vez el ambiente rebosa de plenitud.







El ciclo vuelve a empezar, siempre con cristales rotos, pero no pierdes la esperanza, sabes que volverá.

24.8.12

We Nous Noi Wir

Cohibida por cierta decepción, y un poco de dolor, tal vez desilusión, volvía a sentir esa añoranza, esa que era imposible dejar de sentir, pero que a veces maquillaba de exasperación, y hacía difusa. 
Al fin y al cabo, todo queda en nada cuando lo quieres todo, cuando lo necesitas todo.
Un hueco en su garganta, en sus intenciones y en su fuerza le hacían acallar palabras que por dentro revolvían su cabeza, revolvían completamente todo lo que era ella.
Qué sensación tan fuerte era esa nostalgia, tan tenaz, tan persistente. Se cuestionaba si el silencio era ser fuerte, y volvían a inundar sus pensamientos esos gramos de decepción que la invitaban a restar realidad a su pretensión.
No es que aquello fuera tener razón, pues su puerta estaba abierta, de par en par, a la paz, la reconciliación. De hecho, llegados a este punto, ese era sencillamente su mayor anhelo.
Pero, como siempre, un pero, había perdido la fe en su forma de afrontar lo que pasaba. Los reproches no cambian, por tanto, algo no estaba bien. Intentaba armarse de una paciencia que no llenaba ni un retazo de sí misma.
Un consuelo llenaba los vestigios de su felicidad, la felicidad de sus recuerdos, con la certeza de que esta situación tenía fecha de caducidad. Romperían el desencuentro con el torrente que llevaban dentro.


Se llama amor, y hoy he leído en una foto "what come easy won't last, what last won't come easy", y la única certeza aquí es ese last, will last.



WE NOUS NOI WIR      
y todas esas formas de poner un sujeto a nuestra vida.




11.8.12

Dímelo.

En la aparente paz de sus calmados ojos, que dejaron durante unos instantes secos de manifestar la desazón que destrozaba su interior, leyó, dando palos de ciego, el letargo de su mayor anhelo.

El mundo se ha vuelto incomprensible. Ha dejado de estar cómoda aquí. Todos los equilibrios se han alterado, se rompió ese hilo fino del que tiraban escuetas sus fuerzas. Caminando sin rumbo se encontró rodeada de infranqueables murallas, invisibles a sus ojos, tangibles para sus manos. Pero sobre todo, ignorado por sus estáticos pasos, imposibles para su caminar. Se contento en su tristeza llamando a aquel etéreo obstáculo realidad.

Ahora que sus ojos sabían que su deber era abrirse, ahora que sus alas debían ser replegadas. Ahora, y como antes, quería oír que su sosiego aún la ansiaba. Quería seguir comprobando lo fácil que era atravesar barreras enganchados con las manos, enganchados con la mirada, enganchados con la risa, enganchados con el alma, enganchados. Quería comprar la dosis justa de estaño para sentir su abrigo. Quería que su lucha tuviera la armadura inaccesible de la intensidad de esos sentimientos. Quería que se le escaparan mil sonrisas al pensar en los recuerdos del futuro. Y quería, caprichosa, que esta vez fuera un capricho compartido, una realidad definida.

Acongojada, su mano abierta se contraía buscando a tientas aquella otra que la sostenía.


10.8.12

QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA QUE SEA MENTIRA, POR FAVOR...

9.8.12

¿Por qué tengo la capacidad de destrozarlo todo?

No tengo más instrumentos que palabras para llegar a donde estás. Ojalá estuviera allí entera para que miraras mis ojos, mis gestos, para que oyeras el tono de mi voz. Cometo el error de hablar sin cesar, pero creo en lo que dices, imagino tus ojos, tus gestos, el tono de tu voz. Relajo mi agonía, y vuelvo a la paz, tan solo hasta que me doy cuenta de que ha empezado la guerra. Me detesto por llevar tanto dentro y ser tan inútil como para convertirte en un incrédulo. Se me han agotado hasta las palabras, no me queda un hilo de voz. Estoy ahogada en la impotencia. No sabré ser mejor, pero todo es tan verdad, todo es tan de verdad...


Qué poco dura la calma, el color de esta felicidad, la armonía de los sentidos, la sonrisa. En la nube parece que nada puede tocarte, y no sabes que estás tú contigo. No sabes que eres como un puñal de doble filo, que arrasas y rasgas en todos los sentidos.

7.8.12

Estaba asomada a la ventana.

Estaba asomada a la ventana, con ese aire melancólico que la caracterizaba. Corría una brisa extrañamente fría. Su piel adquiría poco a poco ese tacto encrespado, quejándose de ese desagradable frescor que la helaba, aunque ella lo estaba disfrutando. En un rincón de su cabeza había un impulso de entrar en casa, de cerrar la ventana y acurrucarse en sí misma en busca del calor que había perdido, y sin embargo, todo su cuerpo yacía en paz. Estaba de pie, inerte, hasta su respiración era débil para no alterar el equilibrio de lo que miraba.

Dentro, desde el sofá, con unos ojos que entreabiertos que pedían a gritos volver a cerrarse, estaba él. Despeinado, aún en duermevela, pero sintiendo igualmente la brisa que ella había dejado entrar en sus sueños. Lo poco que sus ojos le permitían ver le hizo sonreír. Echaba de menos en el ambiente bohemio de aquella escena un cigarro que no le apetecía fumar. Se preguntó cuanto tiempo pasaría hasta que ella se diera la vuelta, y descubriendo sus ojos abiertos volviera al calor que se daban.

La escena bajo aquella ventaba, engaño de balcón que cubría las piernas de quien se asomara tan solo con unas barras metálicas, no era ni mucho menos parecida a la calma que ella estaba viendo. En aquella gran avenida coches, bicicletas, transeúntes, sin perder el ritmo, iban como locos de un lado para otro, fugaces en la vida de esa calle, que sin embargo, nunca se sentía sola. Se oían gritos, sirenas, charlas continuas, risas, se oía velocidad y aquel pitido nervioso que acompañaba a un semáforo semiverde. 

Pasados unos minutos, él no entendía que admiraba ella de una calle tan estridente. Qué placer sentiría de asomarse al caos de la realidad, sin saber, claro, la abstracción tan profunda de la mente de aquella, que divagaba en unas ilusiones cuyo protagonista yacía justo detrás.

Se dió la vuelta, sonrió, y sin cerrar la ventana, camino con premura a cubrirse con una manta en el mismo rincón de aquel sofá. Feliz de querer resguardarse del frío.