ET DIXI: NUNC COEPI.

25.8.12

Ya está.

Tristeza, capaz de rayar con palabras cada atisbo de pensamiento, capaz de plasmar y trasmitir un profundo desasosiego. Es inercial, ese ideal romántico del sufrimiento, es el más prolífero aquí, hasta que choca, de forma ocasional con la euforia.
Allí las palabras cobran vida, levantan su alma del papel y riegan los oídos de todos aquellos que estén a su alcance. Llenan de risas el aire. Revuelven el mundo con ese nerviosismo, con esa inquietud. Trepan por todo aquel que se abra de par en par, y de repente, rozan la alegría. Saltan por las nubes. Cantan, bailan, sonríen, de una forma en la que nada puede impedir que eso cambie. Un día, se calman, y oyen un silencio distinto, no duele, solo relaja. Se ha encontrado con la felicidad.
Donde las nubes son camas, y los saltos, ligeros, te elevan con invisibles alas. ¿Palabras? Ya no hacen falta. El placer de ese silencio reina en cada lugar. No puedes decir nada que describa lo que te llena, esta vez el ambiente rebosa de plenitud.







El ciclo vuelve a empezar, siempre con cristales rotos, pero no pierdes la esperanza, sabes que volverá.

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