ET DIXI: NUNC COEPI.

29.5.12

Es abrir la ventana y que con su brisa entre una melodía callejera.

El silencio es mi agonía. 
Su ruido sordo me revienta dentro como el más atronador sonido.
Mi paz se vuelve una guerra. 
Querella interna del quiero y no puedo.
Me condeno en mi impaciencia, y me encadeno a mis palabras.
Y no obstante, salen a correr descontroladas.
¿Qué?
Me sereno y voy desechando mis caprichos.
Me ahogo en una calma, hipocresía de mis recovecos, necesidad de mis anhelos.
El cúmulo de injusticia que exhalo puede evaporarse, llover en otra parte.
Yo solo quiero, yo solo busco, yo solo deseo.
Y voy huyendo, pero me encuentro.
De entre todas mis palabras, adiós pero.



22.5.12

Pánico.

Dime lo qué estás pensando. Dime hacia dónde discurres, hacia dónde divagas. 
Fustígame en mi culpabilidad, pero deja intacta mi incertidumbre.
Dime que me echas de menos, que me extrañas.
¿No se eternizan tus minutos lejos de nuestra cumbre?

Nunca diré que no fuí yo, pero necesito una guía de impaciencia.
Encabeza mis silencios, y mi musicalidad, nunca diré que fue con inocencia.
Vuelve del letargo, hazme agonizar fuerte, o roba toda mi agonía.
Sácame de la locura que hago tuya siendo enteramente mía.


20.5.12

Aún quedan vicios por perfeccionar en los días raros.

Para limpiar el alma, a veces, hace falta hablar, hablar sin parar. Quejarse. Lamentarse. Dejar ir de alguna forma esa fuerza que solo causa desgarros. Gritas. Lloras. Puedes aullar, gruñir, sacar en cualquier dirección las uñas, en defensa de un algo que dentro de ti solo te hace daño. Dentro de una burbuja de desengaño. La comprensión se escapa a la limitación de tu mira. A pasos lentos y cansados el mundo se hace grande, absurdo, y te escondes en sus cavernas, donde nadie te encuentre, donde nadie pueda ni tocarte. Entre vaivenes de oscuridad, que algún día fueron luz. Idiota de ti, que no sales a tomar los rayos de ese sol cegador que te espera. Sal. Corre. Huye de la guarida que te retiene.

El mundo es grande, y es solo tuyo. Cada inspiración es un soplo de vida, y cada carcajada que sueltas, aliento de otras tantas. No sé como explicarlo, pero de tanta luz estoy colocada. Me encanta subir peldaños del subsuelo al extrarradio del cielo. Estoy atónita, mirando sin cesar el hueco de oscuridad desvanecido, en la plenitud de esta ausencia. Tantas formas de estar vacía, para darte cuenta de que pase lo que pase, siempre se puede encontrar el camino que te llena. Y así, fluctuando, sin sentido, está esta felicidad. Se resbala por mis manos, sube y baja, recorre mi espina dorsal cual escalofrío, me hace cosquillas, y yo me río, sucumbo a ella como una niña, con inocencia.

De vicio, dejo de ser un vicio.