ET DIXI: NUNC COEPI.

30.5.11

Ojalá volviera a ser veintinueve de mayo de dos mil diez.

¿Que por qué? Porque sería como retroceder. Empezar, reempezar. Porque muchas cosas serían de otra manera, o tal vez se repitiera la historia, pero aún así, habriamos ganado una batalla al tiempo, o mejor aún, una batalla a tiempo. Para poder cantar con toda sinceridad un felicidad que bonito nombre tienes. Para cambiar, crear, soñar, vivir, hacerlo igual, mejor o incluso peor. Una segunda oportunidad. Retroceder un año es anular demasiadas cosas tal vez.

Aquel día entero, aquella noche entera. Bajo el sol abrasador. Bebiendo cerveza, aunque ni si quiera recuerdo si ya la bebía de la forma masiva en la que lo hago ahora. Y carcajadas, y cartones en la cabeza, y paseos por el asfalto. Agua por encima, sudor, y sensación de estar acabados. Empujones, peleas, gritos. Por fin, euforia, saltos, gritos esta vez al ritmo de la música. ¡Cómo me gusto ver a Fito ahí en el escenario!

Lo que no sé es porque no escribí todo esto ese mismo día y lo hago un año después. Será que me puede la nostalgia de tiempos mejores, o tiempos solo diferentes. Tiempos que marcaban comienzos y no finales.

No es placer, es necesidad. Es viento, es lluvia, es fuego derramar todos mis secretos. Esnifar los rayos del sol y descongelar el cerebro y sentir que no estamos muertos. Y sentir que no estamos muertos...

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