ET DIXI: NUNC COEPI.

1.3.11

La alegre desazón que deja el no.

Qué sensación tan asquerosamente jodida la de morirte de ganas de tener algo que no puedes. Ese no. No. Que no. A ver, no. Lo siento, pero no. No puede ser. No. No y punto. Acostúmbrate, siempre será no. No. Es que no. No. Simple y llanamente, no.

Joder.

¿Y toda esa rebeldía acumulada durante años? Todo eso de conmigo un NO no puede. Yo hago lo que quiera. Consigo todo. Puedo todo. ¿Cómo un NO te rompe tanto los esquemas? Si no es posible, no es posible. Va más allá del juego, del reto, del ‘bah, yo puedo’. No. Jódete. No. Largo. Fuera. Adiós. No…

Es insoportable. Es que no hay manera de hacer algo que cambie las cosas. Cuando los noes son rotundos, no hay esperanza absurda que valga. Sin embargo, esto va acabando contigo, sumiéndote en una profunda miseria. En una intensa impotencia. Qué ganas de gritar. Qué ganas de llorar. De correr, huir. Qué ganas de escuchar ‘Bueno en verdad sí’. Que todo se haga fácil, que hay muchas situaciones en las que un NO no desgasta tanto como aquí. Este derramamiento metafórico de sangre acabará conmigo. Siéntete culpable. Jodida, asquerosa y suciamente culpable.

En fin, como ese niño al que su madre le niega un caramelo es como me siento yo. Los caprichos insatisfechos son geniales eh.

Frustración es la palabra. Eterna frustración.


Veo películas, no paro de mentir, sales en todas al principio y en el fin.

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