ET DIXI: NUNC COEPI.

3.3.11

Recóndito vivir.

Tiempo. Tiempo que no queda, o que sobra. Tiempo que se pasa tan rápido, tan fugaz. No eres ni si quiera capaz de seguirle el ritmo, cierras los ojos y ya han pasado imperturbables segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, incluso años. Lo curioso, y aterrador, es que si siendo apenas unos niños ya percibimos fugacidad, ¿qué queda en el futuro? ¿Sobrepasar por nuestra vida?

Qué ganas de ser intensa... de no perderme nada, pero qué sencillo dejarlo todo ir, o que te dejen ir a ti. Desperdiciar la vida no cuesta trabajo, y no desperdiciarla parece un reto, o puede que solo sea un reto para mi.

Es tan fácil entender a esos poetas, que impotentes van viendo como el tiempo se escurre entre unos dedos incapaces de aferrarlo, unos dedos que se alzan tratando de pararlo, pero que nunca lo frenan...


Desde esta perspectiva que bien se comprende como unas personas comparten juntas toda su vida: han vivido como si solo fueran un par de días. O como otros dedican toda su vida a lo mismo: no hay tiempo para más. Pero todo el que llega a viejo, qué increible escuchar sus ideas sobre la vida. Grande la experiencia.

Y no hay matiz pesimista, solo un matiz puede que alegre, a la vez que resignado. El camino se hace andando, y andando la meta la tienes delante. Elige si corres, vuelas, reptas, saltas, o sencillamente vas pasito a pasito, porque esos pasos lo son todo, porque esos paso siempre pareceran cercanos, aún estando pérdidos en lo más recóndito de todo lo vivido, pérdido en tu memoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario