ET DIXI: NUNC COEPI.

9.4.11

Un momento de estos.

La sociedad como suicidio del individuo, que en un principio está a su lado para luego darse cuenta de que estaría mejor lejos. Pero bueno, se ha convertido en un ni contigo ni sin ti. Atrapado. Horribles necesidades que nos esclavizan. Roles y caracterizaciones irrompibles, si todo el mundo lo sabe todo, todo el mundo lo entiende todo. Nadie se sobreestima, nadie valora por encima de los demás lo que el mismo crea. Eso no pasa. Para que vamos a ponernos cínicos. Lo cierto es que cuando llevas un tiempo así te apetece cambiar, alejarte de todo lo que te engloba. Renovarte quizá sea la palabra más adecuada.
Y de nuevo esa pared invisible. De nuevo el muro inquebrantable, la manifestación directa de ese ni contigo ni sin ti. No deja, sin embargo, de ser culpa tuya. Por crear un universo del que luego querrías huir. Tal vez esto valga como punto de inflexión. Al fin y al cabo los nuevos comienzos están donde tu quieras que estén, y arrastrar las piedras del camino o no recae sobre tí. Nunca te escapas de tener que decidir, porque cada 'y si' es un arrepentimiento que no deja de sobrecargar la libertad de tu espíritu.

¿Qué te salva? ¿Quién te salva? Cuando te sumerges en un pozo de soledad, y te reconforta que ahí si puedas respirar, y a la vez te agobía todo lo demás. Y vas corriendo por el filo del acantilado, a veces queriendo tropezar y caer, y otras con un miedo que atormenta cada parte de ti. Y no sabes si volver, saltar, seguir hacia delante, aminorar la marcha o correr aún más. Que está todo oscuro, que la luz se burla de ti, que flota a tu alrededor inalcanzable. Y que te vas volviendo loca. Paranóica. Psicótica. Todo dejando de tener sentido, recobrandolo en un momento de lucidez. Un mundo patas arriba.



Ya no se distinguir cuando soy feliz, cuando soy infeliz.

Ya no se si me río de verdad, o si es todo mentira.

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