ET DIXI: NUNC COEPI.

28.4.14

A dónde te vas, cabecita

Cuanto más cansada me siento, o más pesado me resulta el esfuerzo que sin cesar estoy en la obligación de hacer, más me da por evadir la mente.

Evadirte es difícil, tal vez porque la idea de tener que ser responsable es algo con lo que creces, es básico en la educación de cualquiera. Responsabilidad. Ese valor que has de tener frente a cualquier cosa que hagas, que digas, ante cualquier meta que te propongas, ante cualquier proyecto en el que participes, ante cualquier persona, o grupo de personas a los que tus acciones sencillamente afecten. Y es inevitable. Necesitamos ser responsable para que esto funcione. Además hay cierto placer en esa responsabilidad. Por una parte te hace dueño de ti mismo, a ese nivel personal de ser consciente de qué haces y por qué lo haces. Pero por otro lado, a un nivel más social, te gratifica ser capaz de estar para los demás cuando se espera algo de ti, y a la vez, te hace crecer y aprender de los "errores" que causen pequeños o grandes desastres. Esos desastres es probable que afecten también de lleno al nivel individual de la responsabilidad.

Responsabilidad.

¿Es una tontería pensar que esa responsabilidad que recae sobre ti en tantos aspectos no te deja ser libre?

Libertad.

Qué concepto tan abierto para aplicación tan limitada. Además hay algo absurdo, que me llama la atención, la limitación más grande que tiene la libertad es a la vez una de las razones más importantes para que la vida tenga sentido. A grandes rasgos, es el amor. Solo con nacer en una familia que te quiera ya te falta la libertad que se difumina en el punto donde empieza tu responsabilidad para con ellos. Pero esto no es algo malo. La libertad está totalmente sobrevalorada. ¿Será porque suena bien la palabra? Libertad. Libertad. Liberté. Freedom. Suena bien. Parece grande, parece lo mejor que puedes tener. Y esto es, porque en realidad si existe ese matiz de que es una de las mejores cosas que puedes tener.

La libertad para vivir el amor es una buena libertad.
La libertad de pensar, de pasear, de moverte, de aprender, de conocer, de reír, de mirar, de soñar. Existen muchas libertades, innatas, que ni nos planteamos. Las tenemos. Nos hacen ser nosotros. Nos llenan.


En esta evasión en mi cabeza, he hecho una mezcla de las responsabilidades que me resultan tediosas, frente a las libertades que veo inalcanzables.

Me siento presa de un sistema, como todos, sistema bucle que te atrapa con una palabra absurda, de papel, o de latón, o de bronce.

Dinero.

Para mi, la mayor de las libertades es vivir en el mundo. No haría otra cosas que recorrerlo con los ojos muy abiertos. Absorbería cada rincón. Me arriesgaría a cada aventura. Curiosamente, para ello no estaría nada mal cargar con un poquito de esa 'responsabilidad' del amor.

Esto, que es probablemente el anhelo de otro muchos, no lo podemos tener. Porque todo empieza con ese pensamiento de que si para recorrer el mundo hace falta dinero, habrá que estudiar, habrá que trabajar, habrá, habrá, habrá.

Hasta que estás esclavizado en una maraña de responsabilidad.

Quizás hay que ser muy valiente para arriesgarte a hacerlo de otra manera, que la hay. Muy tonto, como dirían algunos.

Si que me pesan mis responsabilidades. Anulan muchas de mis libertades tontas favoritas. Pasear, tomar una cerveza, tomar el sol, ver una película, escribir por escribir, leer por leer, visitar, a veces hasta soñar despierta. Y no es gratificante. No es gratificante. Además, me da miedo. Tengo miedo de que el camino paralelo que he elegido para caminar por el que quiero, no me deje realmente nunca disfrutar de él.

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